9 mar 2013

Por ver a la madre amada, no siento la caminada

El pasado dia 1 de Enero, comenzo un nuevo año, pero tambien para todos los amantes de las tradiciones y para los herreños en especial, comenzo la cuenta atras. Año de bajada.
Cada 4 años se repite una vez mas, el voto que aquellos antiguos pobladores de la isla, hace ya algo mas de 400 años juraron cumplir, generacion tras generacion, ver a su Madre amada recorrer los caminos de su isla en pago a los favores recibidos por la Virgen.

Cuentan que la isla pasaba por una gran sequia que duraba ya varios años. Los pastores desesperados al ver como iba muriendo poco a poco su ganado y la tierra agonizaba de sed por la falta de lluvia, decidieron llevar por los angostos caminos de herradura por la cumbre, en peregrinaje desde la dehesa comunal hasta la Villa de Valverde a la Virgen, clamando agua para su isla.

Ya oscurecido el dia y bien entrada la noche, aquellos pastores al llegar a la entrada de la Villa, vieron como de repente el cielo se torno de grandes nubarrones y como si de un milagro mismo se tratara, comenzo a llover sobre toda la isla como nunca habian visto, al mismo tiempo que las campanas de la iglesia de la Concepcion no paraban de redoblar, avisando a toda la poblacion.

Pronto, los campos de la isla, se llenaron del verdor fresco por el agua recibida. Asi, desde entonces la Virgen de los Reyes, es llevada cada cuatro años, por aquel mismo sufrido camino.

Cada pueblo de la isla tiene asignado un tramo para llevar y acompañar a la Virgen en su largo recorrido que se denominan "rayas", el primero encargado de sacarla de su ermita, es el pueblo de Sabinosa.

Sobre las 4 de la mañana y una vez que los regidores de la isla, la depositan a escasos metros de su santuario, en la piedra del regidor, son los bailarines del pueblo de Sabinosa, quienes se encargan de bailarle a lo largo del durisimo recorrido en su mayoria con una pendiente bastante pronunciada, pasando por los campos de labriego del Cres, hasta Binto, momento en que traspasan el tan preciado bien, al pueblo hermano del Pinar.

Asi cada cierta distancia, todos y cada uno de los pueblos y pagos de la isla tienen el merito y el disfrute de acompañar a la Madre amada, hasta la Villa capital.